EXODO POBLANO

Por: Alex Durán
“La Pasión según Puebla”
Una lectura política de la crucifixión en tiempos de fuego electoral
En este abril de 2025, mientras los templos se llenan de incienso y las calles de procesiones, la política poblana vive su propia Semana Santa.
No hay látigos ni clavos visibles, pero sí traiciones, silencios cómplices y un pueblo que observa, dividido entre la esperanza y el desencanto.
Como en Jerusalén hace más de dos mil años, hoy también hay mesas que se voltean en los templos del poder.
La inseguridad se ha convertido en el nuevo verdugo de los ciudadanos. En Puebla capital, la violencia parece tener la corona de espinas puesta, con robos, feminicidios y desapariciones que se multiplican cada semana.
Y en San Andrés Cholula, el municipio que alguna vez fue símbolo de modernidad y buena administración, hoy se extravía sin rumbo. La falta de estrategia, liderazgo y coordinación con fuerzas estatales ha dejado a sus ciudadanos desprotegidos.
Entre balaceras, asaltos y miedo cotidiano, la cruz que carga el pueblo pesa más que nunca.
El juicio por el feminicidio de Cecilia Monzón, donde se señala al ex político Javier López Zavala como autor intelectual, es una llaga que aún supura.
La justicia, al igual que en tiempos de Pilato, parece lavarse las manos ante la exigencia de verdad y reparación.
Mientras tanto, las alianzas políticas se tambalean.
La flamante elección del Poder Judicial en Puebla se convierte en una prueba crucial no solo para el equilibrio institucional, sino también para el Instituto Nacional Electoral, que debe demostrar que aún puede garantizar procesos limpios y con participación ciudadana genuina.
Sin embargo, los colores partidistas operan como caballos de Troya, infiltrando estructuras y minando la confianza pública desde dentro.
Y como Pedro cuando desenfundó el cuchillo al ver que apresaban a su Maestro, así también el gobierno estatal ha reaccionado con firmeza ante los incendios forestales. Brigadistas, helicópteros y protocolos emergentes han sido desplegados con eficacia, demostrando que, cuando hay voluntad, sí se puede actuar con rapidez, organización y liderazgo.
El pueblo, como en aquel viernes de crucifixión, observa desde la distancia, esperando un milagro que redima la política de la mediocridad y la corrupción.
En este contexto, la resurrección no se espera en un sepulcro vacío, sino en la acción ciudadana, en la exigencia de justicia y en la construcción de un futuro donde la política sea un servicio y no un calvario.
En fin quedamos pendientes pendientes