Israel Vallarta estuvo preso 19 años, 7 meses y 23 días. Nunca recibió sentencia por los delitos que le imputaron en 2005. El 31 de julio de 2025, finalmente fue absuelto por falta de pruebas. No hubo condena, pero sí hubo tortura, abuso de poder y una detención ilegal transmitida en televisión.
Su caso evidencia lo peor del sistema judicial mexicano: un montaje orquestado por la AFI de Genaro García Luna, violaciones al debido proceso, dictámenes de tortura ignorados y una prisión preventiva convertida en condena informal.
Mientras Florence Cassez fue liberada en 2013, Vallarta permaneció tras las rejas. Durante este tiempo, la FGR intentó responsabilizarlo de otros delitos, incluso solicitando más de 300 años de cárcel. Sin pruebas. Sin justicia.
La absolución de Israel Vallarta no repara lo perdido: dos décadas de encierro, dolor y silencio impuesto. Pero vuelve a poner sobre la mesa una pregunta urgente: ¿cuántos más están pagando penas sin juicio en México?
